Inicio
La Primera Guerra Mundial comenzó con una confrontación entre dos alianzas hostiles de poderes europeos: la Triple Alianza, compuesta por Alemania, Austria-Hungría e Italia; y la Triple Entente, compuesta por Gran Bretaña, Francia y Rusia. Bizmarck había empezado este sistema de alianzas poco después de la derrota de Francia y de la creación del Imperio alemán (1870-1871). En 1873 como salvaguardia contra una binación hostil contra Alemania, Bickmarck formó la liga de los tres emperadores compuesta por Alemania, Austria-Hungría y Rusia. Cuando los intereses y ambiciones de Austria-Hungría y Rusia demostraron su incompatibilidad, Bizmarck reemplazó a Rusia con Italia (1882) para formar la Triple Alianza. Sin embargo, mientras permaneció a la cabeza del gobierno alemán, fomentó cuidadosamente relaciones cordiales con Rusia y también con Gran Bretaña, dejando a Francia aislada.
El trabajo diplomatico de Bizmarck fue destruido rapidamente por el kaiser Guillermo II, quien ascendio al trono de Alemania Imperial en 1888, y obligó a que Bizmarck renunciara dos años más tarde. El kaiser abandonó rapidamente el pacto con Rusia y empezo a antagonizar con la Gran Bretaña con sus grandiosos navales. Francia estaba entonces en capacidad de formar una alianza con Rusia (1894) y un Entente con Gran Bretaña (1904). En 1907 se formó la Triple Entente despues de que Gran Bretaña y Rusia resolvieron sus diferencias de larga data en Asia. El temor de Alemania ayudó a reconciliar los intereses agudamente diferentes que habian existido por un gran tiempo entre estas potencias.
Las
potencias de la Triple Entente se esforzaron por superar la amplia ventaja de
las fuerzas terrestres alemanas, mientras Alemania buscaba reducir la ventaja
naval de Gran Bretaña. Las rivalidades y conflictos entre los miembros de las
dos alianzas se extendieron en todo el mundo, ya que amenazaron con enredar a
los otros miembros. En 1905-1906 y otra vez en 1911 dos choques de estos ocurrieron
en Marruecos entre Francia y Alemania. En ambas crisis, Alemania se vio forzada
a retroceder por la amenaza de la superioridad naval de la Gran Bretaña.
Ocurrieron dos en la península balcánica entre Rusia y Austria-Hungría. En 1908
Austria-Hungría anexó dos provincias, Bosnia y Herzegovina, las cuales estaban
habitadas por serbios y croatas. Serbia había planeado anexar estos
territorios, poblados por su propio grupo lingüístico. Una segunda crisis
balcánica ocurrió en 1912-1913. Los diversos Estados balcánicos derrotaron a Turquía,
y luego lucharon entre sí por el botín de guerra. La serbia victoriosa amenazó
con expandirse. Austria-Hungría no solo impidió la
expansión de Serbia hacia el Adriático sino que también amenazo con
aniquilarla.
Fue en los Balcanes donde ocurrió la explosión
fatal. Allí los intereses de Rusia y Austria-Hungría chocaban directamente. Los
serbios, búlgaros, rumanos y griegos eran en la religión y en cultura,
parientes de rusos, al igual que los serbios y búlgaros. Además, la península
balcánica era de gran importancia económica y estratégica para Rusia.
Los intereses de Austria-Hungría en los
Balcanes, podían ser más vitales que los de Rusia. El principal interés de la
monarquía dual en el área se desprendía de la naturaleza política de su
Imperio. Se componía de numerosos grupos
lingüísticos, como particularmente los serbios, croatas, eslavos y rumanos,
tenían parentesco lingüístico en los Balcanes. Cuando se desintegro el Imperio
otomano de la península balcánica en el siglo XIX y comienzos del XX, los
diferentes grupos lingüísticos balcánicos surgieron como naciones
independientes. Por lo tanto, Austria-Hungría sintió que debía controlar la
península balcánica para su propia defensa. Era también la única dirección en
la que podía expandirse, particularmente después de la exclusión de Alemania en
1866l.
Además estaban los intereses en choque entre
Alemania y Gran Bretaña. Alemania sentía que debía mantener la integridad de la
Monarquía Dual, la cual era su única aliada efectiva y confiable. También las
propias ambiciones de Alemania en los Balcanes y el Cercano y Medio Oriente
eran grandes.
Uno de los principales proyectos imperiales
del káiser Guillermo II era el ferrocarril Berlín-Bagdad, el cual haría de
Alemania la potencia dominante en el Imperio otomano. Este esquema amenazaba la
propia línea de vida imperial de Gran Bretaña que corría a través de Suez, como
también sus intereses inmediatos en el Cercano y Medio Oriente. El proyecto de
Alemania amenazaba con malograr para siempre las esperanzas de Rusia de
alcanzar una salida a través de los Estrechos turcos, y a separar a Rusia
estratégicamente de sus aliados. Francia e Italia tenían sus propios intereses
en los Balcanes y en el Cercano y Medio Oriente, a pesar de que su principal
preocupación era sus compromisos con sus respectivos aliados.
Cuando una tercera crisis ocurrió en los
Balcanes en el verano de 1914, todas las grandes potencias de Europa se vieron
automáticamente involucradas. Las dos crisis de Marruecos, las dos volcánicas y
la febril carrera armamentista habían elevado la tensión en Europa al punto de
ruptura. Todo lo que necesitaba era un incidente.
Tal incidente fue el atentado en Sarajevo
(Bosnia) dirigido contra el archiduque Francisco Fernando de Austria por un
estudiante serbio el 28 de junio de 1914. El asesinato fue un complot
deliberado que comprometía a numerosos oficiales del ejército de Serbia. Se
escogió a Francisco Fernando, heredero del trono de Austria-Hungría, porque los
serbios temían que su política liberal hacia yugoslavos en Austria-Hungría
aliviara su descontento, y de ese modo se aminoraba su deseo de separarse y
unirse a Serbia. Después del asesinato, el gobierno de Austria-Hungría decidió
aplastar a Serbia y establecer su propio dominio en los Balcanes de una vez por
todas. Esta táctica requería el apoyo de Alemania, porque resultaba claro que
Rusia no se haría a un lado permitiendo que sus parientes y aliados serbios
fueran tratados así, o que sus propios intereses nacionales fuesen violados de
esa manera. Los alemanes urgieron a los austro-húngaros para que actuaran de
inmediato mientras la opinión del mundo estaba ultrajada por el asesinato y
prometió su apoyo en cualquier emergencia.
Así mismo, Austria-Hungría le presentó a Serbia
un ultimátum imposible de satisfacer. Cuando Serbia rechazó someterse a todos
sus términos, Austria-Hungría declaró la guerra e invadió a Serbia. Rusia
movilizó sus fuerzas en contra de Austria-Hungría y Alemania. Alemania envió
severos ultimátums a Rusia y a Francia. Como si Rusia no respondiera y Francia
contestase de manera no satisfactoria, Alemania les declaró la guerra a Rusia
el primero de agosto y a Francia dos días más tarde. Al día siguiente, el 4 de
agosto, cuando las tropas alemanas violaron la neutralidad de Bélgica en su
camino para atacar a Francia, Gran Bretaña declaró la guerra a Alemania. Así el
4 de agosto de 1914, todas las grandes potencias de Europa, excepto Italia,
estaban en guerra. Italia afirmó que no estaba obligada a ayudar a sus aliados,
Alemania y Austria-Hungría, puesto que eran las agresoras. Al año siguiente
luego de recibir promesas de Francia y Gran Bretaña de que cosecharía el botín
de la victoria, Italia entró a la guerra del lado de las potencias de la
Entente. Al lado de Austria-Hungría y Alemania se situaron Turquía y Bulgaria;
se referían a estos como las potencias centrales. Al lado de las potencias de
la Entente, que vinieron a ser llamados los Aliados, con el tiempo se colocó
buena parte del resto del mundo, unas treinta y dos naciones en total.
- El desarrollo industrial y la competencia neocolonialista generaron rivalidades.
- El nacionalismo que se vivía en las grandes potencias y en los pequeños países los cuales fueron sometidos por los grandes.
- El deseo de Austria por anexarse el territorio de Danubio.
- La aspiración de Serbia por formar una potencia panservista, en el sureste europeo.
- Los intentos de Rusia para lograr una salida al Mar Negro y el Estrecho de Los Dardanelos, con el fin de movilizar sus embarcaciones de guerra y flota mercante.
- La ampliación del Imperio Austro-Húngaro.
En una guerra total prolongada, la ventaja
parecía estar del lado de los Aliados en razón de su poder humano y recursos
superiores y su control de los mares. Sin embargo, Alemania no tenía intención
de luchar una guerra larga, y pocos observadores mundiales vieron mucha
posibilidad de que los aliados impidieran que el superior ejército alemán
alcanzara una victoria rápida y aplastante en el continente europeo. El alto
mando alemán había previsto con mucha anticipación la situación militar que
confrontaban en agosto de 1914 y había desarrollado un plan de operación
conocido como el plan Schlieffen. Este plan prevenía una acción de ocupación en
contra de los rusos que se movían despacio mientras las principales fuerzas
alemanas arremetían a través de la Bélgica neutral para derrotar rápidamente a
Francia, la cual poseía el único ejército en el mundo que daba a los alemanes
alguna preocupación. Luego los alemanes se concentrarían y destruirían a Rusia
con relativa facilidad. Gran Bretaña pediría la paz después de que sus aliados
hubieran sido derrotados.
El plan Schlieffen casi alcanzó el éxito. La
resistencia de Bélgica retuvo a los alemanes el tiempo suficiente para que los
franceses re-alinearan sus fuerzas en el norte y para que los británicos
lanzaran su pequeño ejército a través del canal. Pero, la Alemania que parecía
irresistible y terrible arremetió; cuatro semanas después del comienzo de las
hostilidades, estaba en las afueras de París, antes de lo previsto. En esta
coyuntura, los desesperados ejércitos franceses y británicos se volvieron en
contra de los alemanes y en la batalla sangrienta del Marne de siete días, no
solamente los derrotaron, sino que los forzaron a retroceder unas pocas millas.
Ambos lados extendieron sus líneas desde la frontera suiza al Mar del
Norte y se atrincheraron. La primera
batalla del Marne fue una de las batallas decisivas de la historia, porque
forzó a los alemanes a una larga guerra de agotamiento que hizo posible su derrota
final.
Un factor importante en la derrota de Alemania
en el Marne fue la separación en el momento crítico de cien mil de sus tropas
para usarlas en contra de Rusia, que había invadido a Alemania con rapidez
inesperada. Los generales Hindenburg y Ludendorff, con varias divisiones,
fueron transferidos apresuradamente del frente occidental al oriental. Bajo su comando los ejércitos alemanes
reforzados atraparon a los rusos en Tannenberg y les infligieron una derrota
aplastante que los mandó tambaleándose de vuelta a Rusia. Mientras tanto, la
marina británica arrasó a los alemanes en los mares, y estableció un bloqueo a
Alemania. Sin embargo, los alemanes descubrieron rápidamente el talón de
Aquiles de la Gran Bretaña con una nueva arma: la guerra submarina.
En 1915 los alemanes pusieron en acción una
operación de ocupación en el occidente mientras daban una serie de golpes de
martillo sobre los rusos, dirigiéndose bien adentro de Rusia e infligiendo
inmensas bajas. Un esfuerzo anglo-francés para ayudar a los abrumados rusos
rompiendo las defensas turcas a través de los Dardalenos fue derrotado y los
Aliados se vieron obligados a retroceder con grandes pérdidas. En 1916 Alemania
volvió al ataque en el occidente. En la batalla de nueve meses de Verdún, los
franceses hicieron retroceder a los alemanes, pero a un enorme costo en hombres
y provisiones. La batalla de cuatro meses del Somme entre los británicos y los
alemanes resultó aún más sangrienta; como la de Verdún, terminó en un punto
muerto. En la batalla de Jutlandia, la batalla naval más grande de la historia
hasta ese momento, la flota británica frustró el esfuerzo de la flota alemana
de romper el bloqueo, pero sufrió serias pérdidas.
Para 1917 aunque Alemania y sus aliados
empezaban a mostrar signos de agotamiento, parecían cercanos a la victoria. La
moral francesa declinó en el frente y detrás de las líneas; numerosas unidades
del ejército hacían motines. Los alemanes lanzaron una campaña submarina
ilimitada contra los barcos británicos. Las fuerzas combinadas de Alemania y
Austria-Hungría infligieron una derrota aplastante a Italia. En noviembre de
1917 sufriendo penalidades insoportables en el frente y detrás de las líneas,
Rusia sucumbió a la revolución comunista, y luego, se retiró de la guerra.
Aunque los términos severos que forzaron los alemanes a la desamparada Rusia
por el Tratado de Brest-Litovs, que mostró a los restantes Aliados lo que
podían esperar de una Alemania victoriosa, fortalecieron su voluntad de luchar
hasta el final, los alemanes estaban entonces en capacidad, por primera vez en
la guerra, de concentrar su fuerza total sobre las cansadas Francia y Gran
Bretaña. Los prospectos para los aliados parecían oscuros. Fue en esta
coyuntura crítica cuando los Estados Unidos entraron a la guerra.
En 1914 al iniciarse la contienda, el
presidente Woodrow Wilson había advertido a los americanos que permanecerían
neutrales tanto en el pensamiento como en la acción. Sin embargo, desde el
principio, la gran mayoría de la opinión pública en los Estados Unidos era la
de que Alemania y sus aliados eran los agresores. Durante el curso de la
guerra, más y más los Estados Unidos se ataron económicamente a la causa
aliada. El hundimiento de barcos americanos por los submarinos alemanes, sin
embargo, suministró el ímpetu inmediato para la entrada de los Estados Unidos
para la guerra. Cuando los alemanes empezaron a hundir a gran escala barcos
mercantes y de pasajeros en 1915, el presidente Wilson protestó tan
vigorosamente que finalmente los alemanes desistieron. La Gran Bretaña y
Francia, es verdad, habían tomado algunos barcos americanos que habían
intentado evadir el bloqueo de Alemania, pero no se habían perdido vidas y los
daños se habían pagado. A comienzos de 1917 el alto mando alemán decidió lanzar
una campaña ilimitada de submarinos contra el enemigo, así como también contra
los barcos neutrales. Por la misma época, la inteligencia británica entregó a
los Estados Unidos la nota Zimmermann, en la cual Alemania ofrecía territorio
de Estados Unidos a México como recompensa si atacaban a Estados Unidos.
Los líderes alemanes preveían plenamente que
estas políticas llevarían a los Estados Unidos a la guerra; pero creían que la
Gran Bretaña y Francia serían aplastadas antes de que el peso del poderío
americano se sintiese en Europa. El gobierno americano inmediatamente rompió
relaciones diplomáticas con Alemania. Después de que varios barcos americanos
fuesen hundidos, el Congreso, a pedido del presidente Wilson, declaró la guerra
al gobierno imperial de Alemania el 6 de abril de 1917.
A pesar de que transcurrió un año completo
antes que las tropas americanas fueran capaces de desempeñar un papel
importante en el frente, el empuje en la moral de los Aliados fue inmediato, y
los americanos no perdieron tiempo en suministrar ayuda financiera, material y
naval. La contribución total de los Estados Unidos a la victoria de los Aliados
fue relativamente pequeña si se le compara con la de Francia y Gran Bretaña,
pero el papel de América, llegando como lo hizo cuando ambos lados se estaban
aproximando al agotamiento, probablemente haya sido decisivo. A comienzos de
1918 la carrera era entre Alemania y los Estados Unidos. Alemania trasladó
tropas del frente ruso para abrumar a la Gran Bretaña y a Francia antes de que
pudiesen llegar grandes cantidades de tropas americanas, mientras que los
Estados Unidos se esforzaba en levantar, entrenar y transportar a Francia las
fuerzas suficientes para resistir la corriente de Alemania. Una vez más la
ventaja parecía estar del lado de Alemania.
En marzo de 1918 el Mariscal de campo
Ludendorff, ahora al mando de los ejércitos alemanes, lanzó el primero de una
serie de golpes masivos al frente occidental destinados a terminar la guerra.
Los británicos y los franceses tuvieron que retroceder con grandes pérdidas. En
su desesperación, por fin se pusieron de acuerdo en unificar el comando bajo el
general de Francia, Ferdinand Foch. Los americanos, bajo el general John J. Pershing, también aceptaron su mando. A mediados de junio, Ludendorff había
lanzado cuatro grandes campañas, y las líneas de los Aliados habían sido
golpeadas y eran tan débiles que cuando en el clímax de la quinta campaña a lo
largo del rio Marne empezó a mediados de julio de 1918, Ludendotff le telegrafió
el káiser: “Si el ataque tiene éxito, la guerra habrá terminado y la habremos
ganado”. Cuando Foch oyó que se abría el fuego de la artillería alemana,
telegrafió a su gobierno: “Si el presente ataque alemán tiene éxito, la guerra
habrá terminado y la habremos perdido”. Los alemanes fueron detenidos por un
estrecho margen. Foch, que ahora recibía una gran corriente de tropas
americanas frescas y armamentos, de inmediato ordenó un contraataque. En el
contraataque aliado, el tanque, desarrollado por los británicos, resultó ser el
arma que abrió la brecha. La fuerza y la moral alemana decayeron de inmediato;
la guerra estaba perdida.
La primera de las potencias Centrales en salir
de la guerra fue Bulgaria, que a finales de septiembre de 1918 se rindió a las
fuerzas francesas, británicas en el Cercano Oriente. Austria-Hungría, con sus
varios grupos de idiomas en rebelión, se rindió el 3 de noviembre a las fuerzas
de los italianos, los británicos y los franceses que marcharon desde Italia. Al
día siguiente un motín completamente madurado que se había estado fermentando
por varios días, estalló en la marina alemana y se extendió rápidamente a toda
Alemania. Los levantamientos populares tumbaron el gobierno de káiser. En noviembre
11 los mandos alemanes, con sus ejércitos vencidos sin esperanza y en completa
retirada de Bélgica y Francia, aceptaron los términos de Foch para el
armisticio, que eran en suma la gran rendición. Sin embargo, los mandos
alemanes manipularon los acontecimientos de manera que la mayor parte de la
población alemana ignoró la magnitud del colapso militar alemán, y un nuevo
gobierno civil de republicanos y socialistas tuvo que aceptar la
responsabilidad del rendimiento. Esta táctica montó el escenario para futuras
acusaciones de que Alemania no había sido derrotada realmente sino que había
sido “apuñalada por la espalda” por las fuerzas políticas que gobernarían a
Alemania durante los años de 1920.
Los términos
impuestos a Alemania incluían la pérdida de una parte de su territorio para un
número de naciones fronterizas, de todas las colonias en el océano y sobre el
continente africano, y una restricción al tamaño de su ejército. Alemania
también pudo reconocer la independencia de Austria. El ministro del exterior
alemán, Hermann Müller, firmó el Tratado
de Versalles en el 28 de junio del año 1919. El tratado fue ratificado por la
Liga de Naciones el 10 de enero de 1920. En Alemania el Tratado de Versalles causo estupor y humillación en la
población, que contribuyo a la caída de la República de Weimar en el año
1933.
El Tratado
de Versalles (1919) fue un tratado de paz firmado por las
potencias europeas que puso fin
oficialmente a la Primera Guerra Mundial, después de seis meses de
negociación, en la ciudad de Paris. El Tratado de Versalles fue firmado como
continuación al armisticio de noviembre de 1918, en Compiegne, que había puesto
fin a los enfrentamientos. El principal punto del Tratado de Versalles determinaba que Alemania aceptaría todas las
responsabilidades por causar la Gran Guerra y que sobre los términos de
los artículos 231-247, que fijaba indemnización de guerra para las potencias
vencedoras "La Triple Entente".
- Murieron aproximadamente entre 10 y 30 millones de personas (entre civiles y militares).
- Los vencedores se repartieron las posesiones de los vencidos.
- La desaparición de las viejas y poderosas dinastías europeas.
- Desaparecieron los imperios de Austria-Hungría y turco a nivel internacional.
- Estados Unidos se afianzó como gran potencia mundial, Gran Bretaña conservó la supremacía marítima y Francia aumentó su poder.
Desde 1919 y 1939 comenzó a gestarse un
enfrentamiento ideológico entre los sistemas antagónicos los cuales eran el
fascismo, el comunismo y la democracia liberal.
- El Fascismo: defendía la superioridad racial y el espacio vital.
- El Comunismo: realzaba el rol del pueblo y el partido comunista como vanguardia organizada.
- La Democracia liberal: defendían los valores fundamentales de la democracia, herencia de la Revolución Francesa (como la libertad, igualdad y fraternidad), amenazados por la creciente presencia de gobiernos autoritarios y militaristas.
El Tratado de Versalles de 1919 reestructuró
el mapa europeo, con un fin de la eliminación de la influencia de los imperios
centrales europeos, es decir, Alemania y Austria-Hungría. El nuevo mapa
constituyó nuevos Estados que no se ajustaban de manera apropiada a los límites
territoriales de las nacionalidades que habitaban en ellos. Los cambios
políticos y territoriales derivados del Tratado de Versalles constituyeron el
origen de unos nuevos conflictos interétnicos y territoriales, y el surgimiento
del revanchismo alemán.
Otro de sus antecedentes fue el agotamiento de
la economía, así como el agotamiento de la demografía de los que vencieron en
la Primera guerra Mundial.
Hubo un conflicto entre los chinos y los
japoneses, ya que Japón necesitaba más recursos y mas mercados para su
población en crecimiento, mientras que también estaba interesado en controlar
China. Sin embargo, en China había una inestabilidad política debido a las
guerras civiles y la anarquía. Los
japoneses tenían planes expansionistas en Siberia, el sudeste asiático y hacia
el Pacífico.
- Alberga un resentimiento por las pérdidas territoriales y las indemnizaciones obligadas a pagar por el Tratado de Versalles.
- En 1933, asume el poder Adolf Hitler e instaura el III Reich (Imperio Alemán) bajo un sistema de partido único el cual era el nacional-socialismo.
- En 1935, Alemania inicia una política que busca la restauración de su poderío militar y su posición como gran potencia, violando abiertamente los acuerdos del Tratado de Versalles.
- Benito Mussolini aspiraba a reconstruir el poder imperial italiano en el Mediterráneo y África.
- En 1935 lanza una guerra de agresión contra Etiopía, el cual es conquistada e incorporada a Italia.
- La Sociedad de las Naciones impone sanciones económicas a Italia, lo que obliga a Mussolini a retirarse de la Sociedad de las Naciones en 1937. Asimismo, empiezan los acercamientos diplomáticos con Adolf Hitler.
- Eje Roma Berlín de 1936. Fue la alianza entre los gobiernos de Alemania e Italia, basado en afinidades ideológicas.
- Pacto Anti-Komintern de 1936. Fue firmado por el Eje junto con Japón. Se declara al comunismo soviético como “enemigo común”.
- Pacto de Acero de 1939. Se ratifica la alianza germano-italiana ante un eventual conflicto bélico.
- Ante las pretensiones de Hitler de apoderarse del territorio checoslavo de los Sudetes, poblado por alemanes, las potencias occidentales (Gran Bretaña y Francia) intentaron realizar concesiones políticas con Hitler, para evitar la guerra.
- El Pacto de Múnich el cual se realizó en septiembre de 1938, consagró la anexión alemana de los Sudetes y dejó en claro la debilidad de Gran Bretaña y Francia. En 1939, Checoslavia deja de existir como Estado.
- Conflicto armado que enfrentó a la República española contra las fuerzas armadas sublevadas, dirigidas por el general Francisco Franco, quien contó con el apoyo de Alemania e Italia, quienes enviaron armamento y fuerzas militares.
- Ante la negativa de Gran Bretaña y Francia en intervenir en el conflicto, La URSS envía asesores militares en apoyo de la República. Mientras tanto, miles de voluntarios extranjeros (Brigadas internacionales) combaten contra los fascistas.
- La guerra termina con el triunfo de las fuerzas fascistas, quienes implantan una dictadura que dura hasta 1975.
- La Guerra Civil española es considerada como “laboratorio” donde se emplearon las tácticas y el armamento que se utilizaría en la Segunda Guerra Mundial.
- Pacto de No Agresión durante 10 años.
- Aliados circunstanciales.
- Acuerdos de interés común.
- Reparto de áreas de influencia en Europa central y oriental (secreto).
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